El viento del sur
y todos los modos de la arena.
El pampero
y los rastrojos incendiados de la tarde,
pero
yo recuerdo
cuando
el sol era joven,
nuevo
el traje de los días,
copioso el paso
y las tórridas calles
que bajan a beber al río.
Sí,
yo recuerdo
la huracanada
chimenea de tu alma
y tus ojos
donde relampaguea
el horizonte.
Y es cierto
que aquellos soles
otra vez me llaman
y en el atardecer de los años
tu sombra se alarga sobre mi alma,
porque el amor
aún duele
de tan vivo
y la vida
se aprende viejamente.
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