POEMA 34
Abastecido de voces,
clausurado de sueños,
todo lo he dado al fuego.
Todo...
y nada de tí
se ha quemado.
O tal vez
soy yo tu ceniza.
POEMA 35
Ansié
una frescura de costas.
Soñé
tu talle
gentil como una espiga.
Oh, espejismos
de sed y arena,
para quien se creyó
paisano de tu mirada,
para el hombre que quiso
llevarte a un país
donde el cielo busca raíces
entre las flores del lino
y hoy sólo espera
el herrumbre del otoño
y un sol
que se levanta en vano.
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