Cuando no se tiene el don del olvido
duele la voz
entre sauzales postergada
y el silencio
arde como un mar de petróleo.
Cuando no se tiene la gracia
a aprender a mirar otros ojos
la risa
es sólo una huelga del alma
y los años
llenan de tormenta
la frente.
Sí. Cuando no se tiene el don del olvido
el corazón quema entre las manos
igual que la cal viva.
No hay comentarios:
Publicar un comentario