Como un pájaro aturdido,
modifiqué mi vuelo,
cuantas veces pude.
Con el afán de suplir
mi alón desnudo,
y sostener
mi velada sobrecarga,
soné contigo
adherido a mi costado.
Reconocí nostálgica,
el cielo indiferente,
y la conciencia cierta
de haber perdido el rumbo.
Una vez más,
en sintonía con bandadas idas,
lloré toda la noche
mi desencuentro con el viento.
Adriana Dell
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