En esta ciudad, preciosa en que vivo
cuando amanece, los campos
se pintan todos de amarillo.
El trigo baila al compás del viento
melena dorada, con trenzas sin miedos...
cuando la tristeza asoma a mi alma
me voy como niña
a jugar a tus plazas
me pierdo en los niños,
en las madreselvas,
y entro a tu iglesia, imponente y bella.
Perfumo mi alma en tus avenidas de jacarandáes
y me siento viva.
En esta ciudad preciosa en que vivo
no me falta el pan, amistad y abrigo
quiero agradecerte, mi querido Leones
porque me adoptaste, sin saber mi nombre.
Silvia Bruera
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