Una mañana como tantas, llego al centro de la ciudad para realizar trámites, sin despabilarme todavía, camino por la vereda pensando en nada, de repente bajo la mirada y allí estaba ELLA! Me tomó por asalto y quedé un instante inmóvil. Sentí su invitación casi provocativa, insolente. Dibujada en tiza blanca, los números grandes del 1 al 8, y el cielo, ése tan ansiado en alcanzar…
RAYUELA!! todavía estás vigente?, que alegríar saber que no te fagocitó la tecnología si es que un solo niño hoy salta sobre tí.
El pequeño/a que allí la instaló, ni remotamente imagina cuán antiguo es este juego, no ha envejecido, sigue tan juvenil y atrayente como en mis épocas de niñez.
Rayuela, marcada en patios, veredas (de tierra , mosaicos) o arena, si hasta me veo saliendo al recreo de mi querida Escuela Joaquín V. González (Fiscal para todos), y ella esperándonos, al costado del rosedal o pegada a la fila de bancos que daban a las ventanas de las aulas. Paciente y ansiosa a la vez de sentirse recorrida por pequeños pies; sus dueños, cuerpecitos saltarines que a ratos emitían carcajadas y gritos alborozados.
Nadie quería perder!!, era más común que las niñas nos inclináramos por ella, con ansiedad queríamos saber quién iba a ser la que abriera el juego; generalmente los varones corrián al patio de tierra (donde estaba el centenario ombú) a darle a la pelota, y allí tejíamos amistad, juegos y sueños hasta oir la campana que anunciaba el final de ése recreo y marchábamos al aula deliberando como sería el siguiente.
Rayuela, reviviste el niño interior que nunca perdí, que inconscientemente cuidé y atesoré. Cada tanto el me visita y juntos desempolvamos estos recuerdos tan queridos y nunca olvidados.
Rayuela hoy despertaste mis ganas de volver a saltar en un pie y el otro, llegar al cielo, dar la media vuelta y desandar el recorrido, no importa el lugar, "SÍ" es imprescindible compañeros con alma de niño con los cuales revivir el momento.
Ah!! y "muy importante", que alguno saque del bolsillo la tiza robada a la maestra para delinear tu silueta.
A los que compartieron mi niñez
Myrian
Qué bueno que a un abuelo se le ocurrió enseñarla. Los niños no la juegan porque nosotros se la hemos ocultado, como los bailes en los patios de la casa. ¿Será que amamos tanto aquello,como para que, egoístamente le hayamos robado este placer a nuestros hijos?.No me cansé de leer tu Rayuela.
ResponderEliminarGracias.