El dueño de un pequeño negocio, amigo del gran poeta Claudio Martinez Payva, cierto día lo encontró en la calle y le dijo: señor, estoy necesitando vender mi casa, que usted tan bien conoce. ¿Me podría redactar el aviso para el diario?
Martinez Payva tomó lápiz y papel, y escribió:
“Se vende encantadora propiedad, donde cantan los pájaros al amanecer en las extensas arboledas.
Rodeado por las cristalinas aguas de un lindo riachuelo.
La casa, bañada por el sol naciente, ofrece la sombra tranquila de las tardes en la baranda.
Los ambientes son espaciado y claros, propicios para la meditación y la calma mental ”
Algunos meses después, el poeta se encontró con el comerciante, y le preguntó si ya había vendido la casa.
No pensé más en eso, dijo el hombre. ¡Después de que leí el aviso me di cuenta de la maravilla que tenía.
A veces, no nos damos cuenta de las cosas buenas que tenemos, y vamos tras falsos tesoros.
Debemos valorizar lo que tenemos y que nos fue dado por la vida. Los amigos, la familia, la sonrisa de los hijos, el conocimiento que adquirimos, la salud, y el poder discernir la verdad.
Éstos sí, son verdaderos tesoros.
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