Porque en algún punto coincidimos...

lunes, 1 de noviembre de 2010

EL VALOR DE LO PERMANENTE

Hoy quiero hacerlas pensar sobre el valor de la experiencia y de lo vivido, en un mundo que nosotros hemos permitido que sea desechable y sin posibilidad de permanencia en casi nada.
Antes, cuando alguien entraba a trabajar en una empresa, se esperaba que jubilara ahí mismo; hoy se valora el cambio y lo transitorio en el mundo empresarial, como signo de liderazgo y motivación.
Antes las personas se casaban para poder, entre otras cosas, probar que estaban maduras y centradas en la vida; hoy por la misma razón no se casan y quieren ser independientes, por lo tanto, algo pasa con los compromisos permanentes y aprender a vivir el valor de la experiencia.
No sé si era mejor antes que hoy; simplemente creo que es distinto. Y sin valor de juicio me pregunto por qué nos costará tanto tener relaciones permanentes. Le perdimos el miedo a romper con el otro, nos da menos miedo tomar decisiones, estamos siendo más felices así que antes? La verdad no lo sé, pero creo que nada se compara a tener la posibilidad de una relación permanente; crecer con otro es claramente un privilegio.
En todos los ámbitos, cuando uno tiene experiencia permanente con alguien, sale enriquecido, cuando los dos colocan de su parte para que así sea. En la sexualidad, por ejemplo, está claro para todos que uno se hace buen amante con el tiempo, y en la medida que uno conoce al que tiene al lado y hay un compromiso afectivo, parece ser que se potencia el crecimiento mutuo en esa área.
Los años no pasan en vano, y la sola experimentación sin sentido emocional parece no conducir a la felicidad plena en el mundo de los afectos, aún cuando muchos defiendan que en el momento lo pasan fantástico por la adrenalina que produce.
Si valoráramos más a los viejos, con toda la experiencia que ellos tienen para contar, seguramente tendríamos otra postura frente a la vida, y quizás podríamos entender que “toda escoba nueva barre bien”, pero que nada va a poder reemplazar nunca el poder perdonar, amar incondicionalmente, el pedir perdón, entre otros aprendizajes que sólo producen las relaciones permanentes.
Cuidemos los afectos y preguntémonos esta semana qué nos pasa frente a lo desechable, frente a qué cosas lo somos y frente a que todavía seguimos valorando el paso de los años y la posibilidad de tener afectos permanentes.
Si bien no todas las primeras veces son lo que nos dijeron, no todos los vínculos permanentes pasan a ser aburridos y sin gracia. Creo que, como siempre, estamos los chilenos mostrando lo malo de nuestros vínculos afectivos; nos falta aprender que debiéramos ser más agradecidos frente a la maravillosa capacidad de amar en forma permanente.

PilarSordo.cl

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