Vendo casa
con vista a la infancia
cocina poblada de gorjeos
cuando mi madre cantando
exorcizaba a la rabia
Con ventanas amables
al infinito
y alas por bisagras
Una tajada de sol
sobre el mosaico de la galería
y la sombra detenida
de mi padre
Vendo rincones irrecuperables
un escondite de muñecas
y una escalera imposible
para reponer estrellas malogradas
con oficio de farolera
Vendo el umbral
de luz intermitente entre beso y beso
el zaguán que fue campanario
el vértigo del balcón insomne
tribuna de ver la luna
El naranjo injertado hacia el fondo
que dio por fruto
una niña de ombligo
que se niega a entregar la llave
y el sudor de sus difuntos
frente al notario que regatea
recuerdos que no tienen precio
Claudia Tejeda
http://racimodeabejas.blogspot.com
Bello. Doloroso, real. Le dio vida a su casa; porque cuánto importa que el Registro de propiedad yerre el nombre, si esa construcción en el magno sentido del hogar, es por siempre de los suyos, de ella.APLAUSOS y de pie.
ResponderEliminarhttp://enfugayremolino.blogspot.com/
Cuando la leí quedé impactada, es un reflejo de la vida transcurrida, esos momentos que quedan guardados por siempre en nuestro interior y que nos resistimos a dejarnos expropiar. La casa, un espacio físico convertido en arcón de recuerdos.
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