celebremos su labor:
Al que siembra
bajo los párpados de la aurora
sus violines de sueños.
Al que hunde sus manos
en el corazón íntimo
de la tierra generosa.
Al que encallecida su piel
de tibio sol,
logra la proeza de la rama verde
y de la flor.
Aquel cuyo viento compañero
deschatarriza sus heridas
y limpia de sus venas
el dolor amargo
de la cosecha que no fue.
Al pensador
de romances campesinos,
que canta a la primavera
en su albor:
¡Cuánta vida, cuánta entrega,
cuánta caricia, cuánto amor!
Y al que sembrando perfumes
ahoga los sentidos, el alma
y la razón!
Nora Gonzalez
Catamarca - Argentina
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