¿Cómo puede la vida
mezclar en un segundo
alegría arracimada,
con dolor tan escindido?
En un instante, de golpe,
esa espada de Damocles
ha dejado sabor acre
y la zozobra en un puño.
Me anticipo a tu designio
presentándote batalla:
voy a pelearte el lugar
al costado de mi cama,
un cubierto a la derecha
y ese fresco vaso de agua.
Revestiré las murallas
de acero, piel y puñales
impidiéndole el paso
a tu negro halo helado.
Tengo a Dios como coraza
siendo mi voluntad yelmo;
en la mano esgrimo lanzas
para impedir tus intentos…
porque no permitiré
que me trunques este sueño.
Chochy Moroni
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