Porque en algún punto coincidimos...

sábado, 19 de septiembre de 2020

Árbol de sal - Live Session

viernes, 18 de septiembre de 2020

sábado, 10 de septiembre de 2016

"En este momento de mi vida, no quiero casi nada. Tan sólo la ternura de un amor y la gloriosa compañía de mis amigos. Unas cuantas carcajadas y unas palabras de cariño antes de irme a la cama. El recuerdo dulce de mis muertos. Un par de árboles al otro lado de los cristales y un pedazo de cielo al que se asomen la luz y la noche. El mejor verso del mundo y la más hermosa de las músicas. Por lo demás, podría comer patatas cocidas y dormir en el suelo mientras mi conciencia esté tranquila.
También quiero, eso sí, mantener la libertad y el espíritu crítico por los que pago con gusto todo el precio que haya que pagar. Quiero toda la serenidad para sobrellevar el dolor y toda la alegría para disfrutar de lo bueno. Un instante de belleza a diario. Echar desesperadamente de menos a los que tengan que irse porque tuve la suerte de haberlos tenido a mi lado. No estar jamás de vuelta de nada. Seguir llorando cada vez que algo lo merezca, pero no quejarme de ninguna tontería. No convertirme nunca, nunca, en una persona amargada, pase lo que pase. Y que el día en que me toque esfumarme, un puñadito de personas piensen que valió la pena que yo anduviera un rato por aquí. Solo quiero eso. Casi nada o todo."

lunes, 5 de mayo de 2014


Palabras de Pilar Sordo


martes, 25 de febrero de 2014

EL OTRO (Julio Cortázar)


lunes, 24 de febrero de 2014

LA ROCA


















El tiempo moldeó su silueta 

estampándola en la roca ferrosa

un hilo de agua demarca el cauce

espejo calmo bañando el lecho rugoso,

imponentes bolas irregulares

cual centinelas temerarios

resguardan el verde que pinta el paisaje.

 
Myrian

domingo, 23 de febrero de 2014

PALABREO DEL AMOR EN GOZO… -Glosando a Angel Félix en el umbral de su centenario-





















SI ME ROZAS O TE ROZO
DE MI CUERPO SALE FUEGOY
ES TAN GRANDE MI GOZO
QUE CREO ALCANZAR EL CIELO.

 -Ángel F.  Félix-




Cuando estás cerca de mi
y al coqueteo jugamos
con los ojos nos llamamos
diciéndonos "ven aquí".

Lentamente voy a ti
y en ti veo el alborozo,
como te pones nervioso
con mi juego en picardía
que despierta fantasía,

SI ME ROZAS O TE ROZO...


Te rozo y pierdes la calma
y siento te vuelves loco
vamos lento, poco a poco
nuestras manos, palma a palma.

En ti se funde mi alma
y a detenerme me niego,
continuando así mi juego
rozándote lentamente
sintiendo que intensamente,

DE MI CUERPO SALE FUEGO...


Fuego lento indetenible
de tu cuerpo que me llama
que dice cuanto me ama
haciéndome a ti sensible.

Sensación indescriptible
de la caricia que esbozo,
llenándote de reboso
que te veo en ella henchido;
deliro con tu gemido

Y ES TAN GRANDE MI GOZO...


Gozo, disfruto y me muero
cuando tu aliento derramas
en mi piel haciendo flamas
con tu beso carcelero.

Tu deseo, tu "te quiero"
plena mis poros de anhelo,
expectante del riachuelo
entre furioso y sumiso,
llena tal mi paraíso

QUE CREO ALCANZAR EL CIELO...

 
Ángela Desirée Palacios

miércoles, 5 de febrero de 2014

AMOR ETERNO



 













En cada abismo de silencio
hay palabras que acarician,
en los breves abrazos
eternamente se envuelven,
con cada efímero beso
las bocas estremecen,
en los cuerpos distantes
el amor nunca olvidado
se reconoce.

Myrian

domingo, 8 de diciembre de 2013

AÚN APRENDIENDO



Estoy aprendiendo a aceptar a las personas, aun cuando ellas me decepcionan, cuando huyen del ideal que tengo para ellas, cuando me hieren con palabras ásperas o acciones impensadas.
Es difícil aceptar las personas como ellas son, sin que sean como deseamos que ellas sean.
Es difícil, muy difícil, pero estoy aprendiendo.
Estoy aprendiendo a amar.
Estoy aprendiendo a escuchar. Escuchar con los ojos y oídos.
A escuchar con el alma y con todos los sentidos.
Escuchar lo que dice el corazón, lo que dicen los hombros caídos, los ojos, las manos inquietas.
Escuchar el mensaje que se esconde por entre las palabras vanas, superficiales.
Descubrir la angustia disfrazada, La inseguridad mascarada, la soledad encubierta.
Penetrar la sonrisa fingida,la alegría simulada, la vanagloria exagerada.
Descubrir el dolor de cada corazón.
Poco a poco, estoy aprendiendo a amar.
Estoy aprendiendo a perdonar. Pues el amor perdona, quita los rencores, y cura las heridas que la incomprensión e insensibilidad lo lastimaron.
El amor no alimenta resentimientos con pensamientos dolorosos.
No cultiva ofensas con lástimas y autoconmiseración. El amor perdona, olvida, extingue todos los esquicios de dolor en el corazón.
Poco a poco...
Estoy aprendiendo a perdonar.
Estoy aprendiendo a descubrir el valor que se encuentra dentro de cada vida, de todas las vidas.
Valor soterrado por el rechazo, por la falta de comprensión.
Cariño y aceptación, por las experiencias desagradables vividas a lo largo de los años.
Estoy aprendiendo a ver,en las personas su alma, y las posibilidades que Dios les dio.
Estoy aprendiendo,
¡Pero cómo es de lento el aprendizaje!,
Todavía, tropezando, errando, estoy aprendiendo...
Aprendiendo a no ver solamente mis propios dolores, mis intereses, mi ambición, mi orgullo, cuando estos impiden el bienestar y la felicidad de alguien !

lunes, 4 de noviembre de 2013

EL ÁRBOL DADIVOSO



Hubo una vez un árbol que amaba a un niño. Cada día, el venía, juntaba las hojas y tejía con ellas una corona y jugaba al Rey del Bosque. Trepaba a su tronco, se hamacaba en sus ramas y comía sus frutos. Jugaba a las escondidas y cuando se sentía cansado dormía a su sombra. El niño llegó a amar mucho este árbol y el árbol se sentía feliz.
Pasando el tiempo, el niño creció y el árbol fue quedando solo. Un día regresó y el árbol le dijo: “Ven muchacho, ven y trepa a mi tronco y hamácate en mis ramas y come mis frutas y juega a la sombra y se feliz”.

“Estoy muy grande para trepar y jugar”, dijo el joven. “Quiero comprar cosas y divertirme. Quiero algo de dinero, ¿puedes darme dinero?”.

“Lo siento”, dijo el árbol, “no tengo dinero, solo hojas y frutas”. Toma mis frutas y véndelas. Así podrás tener dinero y ser feliz”.

El joven trepó al árbol y recogió las frutas y se las llevó y el árbol se sintió feliz. Pasó largo tiempo sin venir y el árbol estaba triste. Pero…un día regresó y el árbol se sacudió de gozo y exclamó, “Ven muchacho, trepa a mi tronco, hamácate en mis ramas y se feliz”.

“Estoy demasiado ocupado para trepar al árbol. Yo quiero tener una casa donde vivir, una esposa e hijos. ¿Puedes darme una casa?”.

“No tengo casa”, replicó el árbol, “el bosque es mi casa, pero tu puedes cortar mis ramas y construir una casa y ser feliz”. Así que el joven cortó las ramas y se las llevó para construir su casa. Y el árbol se sintió feliz pero el muchacho pasó mucho tiempo sin volver. Y cuando lo hizo el árbol fue tan feliz que casi no pudo hablar!. “Ven, susurró, ven y juega”.

“Estoy tan anciano y triste para jugar”, dijo el hombre. “Quiero un bote que me lleve muy lejos de aquí. ¿Puedes darme un bote?”.

“Corta mi tronco y hazte uno”, le contestó. “Luego podrás navegar lejos y ser feliz”. Y así, este hombre cortó el tronco y fabricó un bote para poder navegar y el árbol se sintió feliz, pero no tanto!.

Pasando mucho tiempo, el hombre regresó otra vez más. El árbol le dijo, “cuanto lo siento muchacho, pero no tengo nada para darte, mis frutos se han ido”.

Y el que había sido niño y joven le contestó: “Sabes, mis dientes están muy débiles y flojos para comer fruta”.

El árbol habló nuevamente: “Mis ramas se han ido y no puedes hamacarte en ellas”. Y él le contestó, “estoy demasiado viejo para hamacarme en tus ramas”.

“Mira, mi tronco se ha ido, ya no puedes trepar en él”, a lo que el hombre le replicó, “estoy demasiado viejo para trepar”.

Suspirando el árbol añadió, “desearía poder darte algo más, pero nada me queda, soy solo un viejo palo. Cuánto lo siento”.

“No necesito mucho más ahora”, dijo bajito el hombre. “Solo un lugar tranquilo para sentarme y descansar. Estoy muy cansado”. “Bien”, dijo el palo, estirándose lo más que pudo. “Un viejo tronco es bueno para sentarse y descansar. Ven muchacho, siéntate y descansa”. El anciano lo hizo y el árbol se sintió feliz.